La educación inclusiva constituye uno de los grandes temas transversales que permean todas las sociedades, las instituciones de enseñanza y, en específico, las de nivel superior, las cuales requieren para su atención inmediata la creación de políticas y prácticas con esa característica en todos sus ámbitos de competencia e intervención, aseguró el maestro Servando Gutiérrez Ramírez, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
“La instrucción inclusiva en todos los sectores representa un proyecto de cambio fundamental en favor de una vida académica digna y de calidad para todas y todos, lo que conlleva un esfuerzo de mediano y largo aliento que requerirá la participación activa de las comunidades involucradas”, sostuvo.
Para lograrlo se deberá trabajar arduamente en la promoción de una cultura de respeto y trato igualitario que asuma que la diversidad y la diferencia no son el problema, sino más bien un componente elemental de la pluralidad de toda colectividad, al integrar recursos valiosos con los que las organizaciones habrán de establecer una auténtica formación en ese sentido.
Al dictar la conferencia inaugural del 2do. Congreso internacional de educación inclusiva recordó que, en pleno siglo XXI –entre 2021 y 2022– había 343 mil niñas, niños y adolescentes con discapacidad que no sabían leer ni escribir, lo cual indica que 15 por ciento de la población en edad escolar es analfabeta en México, de acuerdo con el informe de la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación 2022.
Las familias de dicho segmento de la sociedad siguen enfrentando barreras al acceso, la permanencia, el aprendizaje y el egreso de la capacitación básica, media, media superior y superior, además de que para 2020 “sólo seis de cada diez personas con discapacidad de entre 20 y 24 años habían logrado concluir sus estudios en el primer nivel y apenas 70.7 por ciento de aquellas de 12 a 14 años había finalizado la primaria, contra 90 por ciento registrado en el mismo grupo de edad, pero sin esa condición”.
La diferencia en el porcentaje de los jóvenes de entre 15 y 17 años que tenían la secundaria terminada y que podían cursar la educación media superior entre los mexicanos sin y con discapacidad fue de 81.6 por ciento en el primer caso y de 64.8 por ciento, en el segundo, es decir, una diferencia de casi 17 puntos.
El docente del Departamento de Sociología de la Unidad Iztapalapa llamó a la colaboración de todas y todos a pensar en la inclusión de una manera más amplia, como un término más relacionado a lo heterogéneo y a lo diverso dentro de la institucionalidad, lo cual “implica que niños, niñas, adolescentes y jóvenes se formen en espacios educativos en los que sean conscientes de que, si falta una o uno por motivos de clase, orientación sexual, género, etnia, lengua, cultura, discapacidad, situación migratoria o religión, entonces no están comprendidos todos ni todas”, apuntó el integrante de la Comisión encargada de promover la igualdad en la Unidad Iztapalapa de la UAM.
En la Conferencia: El paradigma de la inclusión en general, y el de la educación inclusiva en las instituciones de educación superior, el maestro Gutiérrez Ramírez destacó que las escuelas, en particular las universitarias, han desarrollado esfuerzos para enfrentar rezagos y dificultades, que se vieron recrudecidos y se evidenciaron descarnadamente a lo largo del confinamiento social por la pandemia de COVID-19.