El impacto transformador de las becas en la UAM durante la crisis económica de los años ochenta y el impulso a la investigación

Los años ochenta representaron una década de desafíos económicos y sociales para México, con una crisis que afectó a todos los sectores de la sociedad, incluida la educación superior.

En este contexto adverso, la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) se enfrentó a la necesidad imperiosa de encontrar soluciones innovadoras para mantener su compromiso con la excelencia académica y la investigación, a pesar de las limitaciones presupuestarias impuestas por la crisis.

Una de las estrategias más destacadas que implementó la UAM para enfrentar esta situación fue la creación de un sistema integral de becas destinado a apoyar tanto a su alumnado como a su plantilla docente. Estas becas no solo brindaron un estímulo económico crucial para evitar que el alumnado y académicos abandonaran la universidad, sino que también contribuyeron a mantener vivo el espíritu de excelencia y el compromiso con la investigación.

La crisis económica de los años ochenta se caracterizó por la escasez de recursos y la reducción del gasto público en todos los ámbitos que afectaron también al sector educativo. La deuda externa contraída por el gobierno mexicano obligó a realizar recortes presupuestarios significativos, lo que afectó negativamente a la investigación y el avance de la ciencia. En este contexto, la UAM se vio obligada a buscar soluciones creativas para mitigar el impacto de la crisis en su comunidad estudiantil y docente.

La creación e incorporación al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) en 1984 fue una respuesta clave a la desestructuración del trabajo universitario causado por la “fuga de cerebros”. Este sistema, impulsado por la Academia de la Investigación Científica, buscaba retener y atraer a los investigadores más talentosos ofreciéndoles incentivos económicos y reconocimiento institucional.

Además, la UAM promovió activamente la investigación como función principal de la universidad, reconociendo la importancia de generar conocimiento científico y promover la interdisciplinariedad. Así, las Políticas Generales de la UAM, aprobadas en 1985, establecieron la investigación como actividad preponderante y promovieron el trabajo colaborativo entre diferentes áreas del conocimiento.

En este contexto, las becas para estudios de posgrado también jugaron un papel crucial en el fomento de la investigación y el desarrollo académico. Estas becas permitieron dedicar más tiempo y recursos a sus proyectos de investigación, fortaleciendo así el perfil investigador de la universidad.

Al mismo tiempo, la UAM también implementó políticas de diferenciación que incentivaron a los profesores a dedicarse a la investigación, creando así una cultura institucional que valoraba y promovía la producción de conocimiento, dando origen a la figura de profesor-investigador. Esta decisión fue innovadora y radical, ya que rompió con la lógica predominante de enfocarse exclusivamente en la enseñanza.

La crisis económica de los años ochenta representó un desafío sin precedentes para la UAM, pero también fue una oportunidad para innovar y fortalecer su compromiso con la excelencia académica y la investigación. Estas iniciativas no solo beneficiaron a la comunidad universitaria, sino que también tuvieron un impacto transformador en el desarrollo científico y académico de México.

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