Por considerarlo un tema relevante para la comunidad de la Universidad Autónoma Metropolitana, se reproduce íntegro el discurso de la doctora Norma Rondero López, secretaria general de la Institución, en la inauguración de Sie7e días de activismo contra la violencia por razones de género en la UAM, efectuada el pasado 17 de noviembre en la Rectoría General
Los Sie7e días de activismo contra la violencia por razones de género en la UAM están organizados para la comunidad UAM, que es diversa y plural. Fueron pensados con perspectiva universitaria, esto es, desde la convicción de que el espacio universitario es, y debe ser siempre, un lugar donde sea posible ejercer la libertad de pensamiento, expresión, manifestación, reunión, entre otras muchas libertades.
El ejercicio de la libertad no se da en el vacío y no puede ejercerse sin un marco que la garantice, al igual que los otros derechos, como la igualdad. Desde la perspectiva de los derechos humanos, ninguno es superior a otro, todos están interrelacionados, son interdependientes e indivisibles.
Lograr que la Universidad garantice el ejercicio de los derechos, en el ámbito de su competencia, requiere de una transformación profunda de nuestra Institución, desde su legislación hasta la regulación de las relaciones cotidianas en los espacios próximos, como las aulas, los laboratorios, las oficinas, los centros de convivencia y esparcimiento. Justamente es en nuestros espacios más próximos, donde habitamos constante y cotidianamente, donde suceden los actos más sutiles y brutales de violencia. Hemos conocido de terribles experiencias que integrantes de la comunidad han tenido el valor y la entereza de denunciar. Gracias a su voz y a la acción de denuncia hemos podido avanzar en acciones concretas de atención institucional para los casos de violencia por razones de género. El proceso ha requerido de la confianza de las personas que se manifiestan y se comprometen a trabajar con la Institución.
La UAM ha sido reactiva y proactiva; en algunos casos hemos podido anticipar acciones y mecanismos para prevenir la violencia y, en otros, la realidad nos obliga a tomar acción pronta y diligente. Hemos sido afortunadas y afortunados de contar con expertas académicas y estudiantes comprometidas que nos orientan y nos interpelan; esta es la muestra de una Institución viva, abierta, cambiante y transformadora.
Erradicar la violencia
La tentación de congratularnos es grande, pero la magnitud del problema nos obliga a no hacerlo, porque hasta que la libertad y la igualdad entre todas y todos sean hábito y no excepción podremos decir que hemos alcanzado nuestro objetivo: erradicar la violencia en los espacios universitarios.
Erradicar la violencia es a lo que aspiramos como Institución, como comunidad y, más aun, como especie. Erradicar es un acto transformador, radical, porque implica la desaparición, por completo, de algo existente; es negación y, al mismo tiempo, potencia de lo nuevo.
Como acto radical tendrá consecuencias sobre cada una de nosotras y nosotros. Cuando lo logremos tendremos evidencia de esta transformación en nuestro lenguaje, en las expectativas sobre las otras y los otros, y sobre el futuro que podemos construir como humanidad.
El camino para erradicar la violencia no ha sido fácil ni rápido. Han tenido que pasar décadas y ha costado incluso vidas llegar a este momento. Estamos en la ruta que nos han heredado mujeres que nos enseñaron a pensar con perspectiva de género, interseccional y de derechos humanos. Como universitarios y universitarias heredamos sus ideas, de su activismo y convicción por la igualdad en todos los espacios de la vida.
Trabajar en erradicar la violencia desde el ámbito institucional implica contar con las evidencias de aquello contra lo que luchamos; es preciso que hagamos uso de los mecanismos existentes para denunciar y sancionar los casos de violencia por razones de género. Ningún mecanismo institucional es infalible de origen; sólo con su uso y perfeccionamiento podremos encontrar formas de modificar lo que no funciona y crear mecanismos más justos y expeditos.
La violencia es sumamente eficaz porque ha encontrado formas sutiles, casi inaprehensibles de manifestarse, pero es real y visible para quienes la sufren. Por eso, el reto para nosotras y nosotros es visibilizarla en todas sus formas; asumamos el reto y el compromiso de pensar juntas y juntos en mecanismos cada vez más sensibles, justos y eficaces. Reitero: sólo haciendo uso de los mecanismos existentes podremos mejorarlos.
Los testimonios públicos que dan a conocer actos de discriminación, sexismo, hostigamiento y acoso que se viven en el ámbito universitario visibilizan la violencia por razones de género. Cumplen una importante tarea en la erradicación de la violencia. Sin embargo, desde el ámbito institucional necesitamos avanzar en el diseño y mejora de mecanismos concretos de prevención, atención y sanción. Necesitamos de la confianza de nuestra comunidad en las instancias universitarias para dimensionar y tipificar dónde, cómo y quién ejerce la violencia; así podremos sancionar de manera cada vez más justa los actos que suceden en el ámbito universitario. Este camino es necesario para erradicar la violencia y necesitamos transitarlo juntas y juntos. Sabemos que las víctimas de violencia necesitan sentirse seguras; les digo a ellas: la UAM está y estará siempre de su lado. Tengan la certeza de que se les acompañará y que abogaremos por su protección y la no repetición de los actos.
Como comunidad tenemos, entre otros, el desafío de desarraigar estereotipos, prejuicios, ideas y costumbres que reproducen la desigualdad. Parecen inamovibles, pero no lo son. La erradicación de la violencia nos desafía a arraigar nuevas ideas, costumbres y prácticas. El principio de ello es el respeto irrestricto de la dignidad de las personas. Qué mejor manifestación de la dignidad humana que la expresión artística, cultural y política. Estos siete días nos permitirán acercarnos de manera creativa a esta manifestación de la dignidad humana.
Espero que estos siete días logremos reflexionar, expresarnos y transformarnos mutuamente. Nues-tro alumnado nos enseña todos los días cómo sobrevivir enseñando y acompañando a otras y otros, desde la contención y la empatía. Nuestra aspiración es que no tengan que seguir sobreviviendo, sino que vivan en el goce y el disfrute pleno de los derechos; que no tengan que ser fuertes para sobrellevar la adversidad, sino que sean fuertes para construir un mundo distinto.
Agradezco a las colectivas de estudiantes por su participación en este evento, porque con su ejemplo enseñan a otras que su voz importa y que con su cuerpo manifiestan el poder de su existencia. Gracias a ellas, hoy o mañana habrá quienes se animen a expresarse en alguna de las múltiples formas: escribiendo, bailando, cantando, dibujando, dialogando. Gracias mujeres de la UAM por compartir sus experiencias y, así, dejar huella en la historia de nuestra institución.
¡Construyamos comunidad!